sábado, 7 de mayo de 2011

CAPÍTULO XXX. RADIO ZARAGOZA DOS


El camino que iniciamos juntos en Radio Zaragoza Dos a comienzo de los noventa fue exitoso y espectacular. El retorno a las competiciones internacionales y los triunfos conseguidos bajo la batuta de Víctor Fernández, volvieron a revitalizar la audiencia deportiva. Aunque los problemas subyacían y no fue sencillo para ambos superar las continuas zancadillas, el programa «Estudio de Guardia Deportivo» se convirtió en un referente en la radio deportiva de finales de siglo.

Tuvimos que asumir cinco horas diarias de emisión y de ellas, tres con llamadas de los oyentes. Fue una locura porque, además, teníamos que transmitir los partidos del Real Zaragoza y ocuparnos de la información deportiva en la onda media. Disfruté mucho porque volví a tener el micrófono frente a mis labios y podía improvisar constantemente. La conquista de la Copa del Rey y posteriormente de la Recopa, supuso un repunte en el interés por el Real Zaragoza y por la radio, ya que la gente llamaba constantemente y dos horas seguidas, de siete a nueve de la noche, eran insuficientes para darles cabida.

No acudió a la final de la Copa del Rey que el Real Zaragoza disputó en Valencia frente al Real Madrid en 1993 y comentó el partido por televisión. Un fracaso, la derrota injusta provocada por el arbitraje de Urío, elevó la audiencia y Paco Ortiz volvía a estar en plena forma para transmitir la final que enfrentó al Celta y al Real Zaragoza en el Vicente Calderón un año después.

Hubo prórroga y penalties, en una final extraordinaria. No pudimos pedir más puesto que la transmisión duró ocho horas y tuvo un colofón formidable, al ganar en el máximo castigo lanzado por Higuera, que nos daba el triunfo por 5-4. Creo que fue una narración, la que hicimos mi hijo y yo, sensacional. Aunque apenas utilizamos inalámbricos y comentaristas, como ya empezaba a estar de moda, conseguimos con una transmisión a la antigua, llegar al corazón de los oyentes.

En abril de 1995, casi treinta después del último éxito de la época dorada de los Magníficos, radié con Paco Ortiz la final de la Recopa de Europa en el Parque de los Príncipes de París. También en esta ocasión los celos profesionales intentaron obstaculizar la transmisión; nos quedamos sin Valeriano Jarné a pie de campo, aunque estaba prevista la utilización de un micrófono inalámbrico. Recibió la orden de no colaborar con nosotros y no tuvo más remedio que situarse en el palco de prensa, junto al inductor del sabotaje. Estaba molesto porque no había contado con ese personaje para constituir el operativo y esa fue su estúpida venganza.

Contemplar el Parque de los Príncipes de París con el graderío lleno y tener la oportunidad de cantar los goles del Real Zaragoza fueron un premio impagable a punto de cumplir los sesenta y dos años. Sabía que tenía que aprovechar el momento porque seguramente no iba a producirse un acontecimiento similar en mucho tiempo. Quería que el partido durante horas y por eso me alegré que se llegase al final de los noventa minutos con empate a uno. Después, con el gol de Nayim, nos volvimos locos.
El partido estaba a punto de terminar, nos íbamos a los penalties, y entonces ocurrió el milagro… Ese gol valía un título, hacía que mereciese la pena tanto trabajo en los últimos años, unía a miles de personas en el estadio y en todo Aragón. Estaba agotado por el esfuerzo, contento por haber cantado el triunfo, feliz por incorporar un título más a mi palmarés como narrador de partidos.
Después, camino al hotel en metro porque nos quedamos sin transporte oficial, recordé toda mi vida profesional y decidí que iba a pasar definitivamente a un segundo plano con la Recopa en el bolsillo, en el mejor momento de mi carrera.

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