sábado, 30 de abril de 2011

CAPÍTULO XXXI. EL PRINCIPIO DEL FIN

La euforia por la consecución de la Recopa de Europa se disipó muy pronto entre la afición del Real Zaragoza, que observó con sorpresa la descomposición de un equipo irrepetible en tan sólo dos temporadas. Parecía que tocar el cielo con la punta de los dedos había precipitado al club a los infiernos; se marcharon jugadores emblemáticos, los fichajes no resolvieron la carencia de talento y, sin rumbo, el Real Zaragoza comenzó una lenta agonía que terminaría un lustro después en Segunda División. La enfermedad y posterior fallecimiento de Alfonso Soláns Serrano tuvo mucho que ver en este proceso, que tuvo su primer aldabonazo con la destitución de Víctor Fernández.

Al mismo tiempo se produjo el proceso de cambio de accionariado de Radio Zaragoza, que pasó de manos de la familia Muro a la SER. Para entonces, la presencia de Paco Ortiz en la antena se había circunscrito a la programación deportiva, que era más importante que nunca en cuanto a tiempo y contenidos se refiere, pero insuficiente para un profesional de la experiencia de mi padre, que tenía todavía mucho que decir ante el micrófono. Los éxitos del Real Zaragoza y la pasión desatada en la afición, hacían que la audiencia fuera muy importante y que la FM sustituyese como soporte a la onda media, de mayor cobertura pero con un sonido mucho peor para los oídos de un público muy exigente y enganchado a la radio.

Fueron dos años intensos, de grandes programas, de transmisiones inolvidables. La final de la Copa en el Vicente Calderón contra el Celta y, sobre todo, el triunfo en el Parque de los Príncipes, unieron a la audiencia con nosotros. Eso nos perjudicó, porque llegamos a tener un gran poder de convocatoria y de influencia en los aficionados zaragocistas, y tamaña osadía nos alejó de la toma de decisiones en el organigrama de la empresa. Nos dejaban a nuestro aire porque la publicidad entraba con facilidad, pero tenía la sensación de molestábamos, éramos incómodos en un momento decisivo para Radio Zaragoza porque nuestra relación con Madrid, por diferentes motivos, era políticamente incorrecta.

Cuando designaron director de la emisora a Ventura García tras la venta de la sociedad a la cadena, el nuevo responsable mantuvo una larga conversación con Paco Ortiz. Ambos eran, cada uno en su campo, dos triunfadores y suficientemente inteligentes como para pactar una solución que conviniera a ambas partes. De hecho, siempre le agradeceré a Ventura su impecable comportamiento con mi padre, del mismo modo que me mantuviese hasta un par de años de su marcha de Radio Zaragoza, interesándose por mi continuidad en la empresa hasta que tuvo influencia en la cadena.

Me jubilé con 63 años muy a pesar mío, pero no tenía otra opción. A cambio, Ventura García me prometió la continuidad diaria en antena hasta cumplir el medio siglo de radio, que se produciría en 1998. También presidió el comité organizador de mi homenaje, con la visita a las principales autoridades locales y regionales durante los prolegómenos de la fiesta que supuso mi adiós a la radio. Hasta entonces radiaba los partidos que se disputaban en la Romareda, desde ese momento renunciaba también a lo que había sido mi pasión durante muchos años.

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