domingo, 10 de abril de 2011

CAPÍTULO XXXIII. UN AÑO DE HOMENAJES

1998 fue su mejor año, donde recogió su fecunda cosecha y recibió el cariño y admiración de personas, profesionales e Instituciones. Fue recibido por Santiago Lanzuela, presidente del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudí, alcaldesa de Zaragoza y Emilio Eiroa, presidente de las Cortes de Aragón. Ese mismo año le fue entregada la Real Orden del Mérito Deportivo del Consejo Superior de Deportes y la Medalla al Mérito Profesional del Gobierno de Aragón. Besó la imagen de la Virgen del Pilar y firmó en el libro de oro de la Basílica, hizo el saque de honor en el partido Real Zaragoza – Betis y fue pregonero de las Fiestas del Pilar.

He querido recuperar del programa de fiestas de ese año el texto íntegro, el pregón que leyó con voz firme y rotunda pese al viento que zigzagueaba por la plaza llena de miles de personas que esperaban sus palabras con deseos de escucharle y de mirarle desde el balcón principal del Ayuntamiento.

El latir del corazón de la ciudad se hará más vibrante dentro de pocos minutos. Las torres del Pilar servirán para lanzar a los cuatro puntos cardinales una noticia esperada cada año... ¡¡dan comienzo las Fiestas del Pilar de 1998!!
Estas cuatro torres, que son nuestro símbolo espiritual, van a brillar de manera especial para comunicar, no sólo a los habitantes de Zaragoza, a los aragoneses, a los que desde todos los lugares de España llegarán aquí estos días, sino también a los habitantes de los lejanos valles y las montañas de Sudamérica, que la alegría de Zaragoza se desborda con sus fiestas... Y quiero insistir... son las fiestas de Zaragoza, pero se convierten también en las fiestas de la Hispanidad... ¡¡Que no se olvide!! Porque más feliz que nunca, en su camarín de la Basílica, está la Reina de la Hispanidad.
Y así Zaragoza se transforma y crece, y hace palpitar a millones de personas de habla española.
Nos hemos esforzado, con el diario trabajo durante un año, para hacer d nuestra capital un lugar hermoso, grande en sus calles y plazas, que crece camino hacia el año 2000, con tesón, con ánimo, con entusiasmo... También con sacrificios, porque no hay una gran obra que nazca sin grandes problemas, pero siempre con generosidad y amando lo nuestro, una generosidad que imprime carácter a los aragoneses.
Que tampoco se nos olvide que Zaragoza tiene más de dos mil años de historia. Cruce de culturas, de ciencias, de arte... de personas que aquí se afincaron y que han dado lugar a la ciudad pujante y viva en la que ahora habitamos. Bien sabemos que las fiestas en una gran capital no pueden paralizar el dinamismo de cada jornada. Pero también estamos convencidos de que si sabemos trabajar como el mejor... cuando llega la diversión... también sabemos gozar como nadie.
Y que cada uno de nosotros –porque hay festejos para todos- sabrá aprovechar y exprimir al máximo cada minuto festivo.
Los vientos del Moncayo, apaciguados y respetuosos en estos días, llevarán el sonido de la música y de las canciones al confín de la Tierra... Las aguas del Ebro se detendrán, como siempre, para besar el Pilar... Y después correrán impetuosas, sin trabas, desembocando en los mares con oleadas de sonrisas... Y la fe de los zaragozanos, de los aragoneses y españoles, cubrirán de flores, el día de la ofrenda, el manto del Pilar... Y aún sobrarán... para que los pétalos de las rosas y el perfume de los claveles pongan dulzura y paz donde se necesite.
Qué gran alegría el poder decir... ¡¡Zaragoza es el corazón de España y de la Hispanidad!!
Durante medio siglo me habéis permitido que a través de la radio entrase en vuestros hogares para haceros vivir los grandes o pequeños momentos de la historia de nuestra ciudad... Ahora, como pregonero de las Fiestas, lemas alto honor que jamás hubiese podido soñar, con esta voz que ahora está a punto de romperse por la emoción... que hace estallar mi corazón de gozo... sólo decir ya... y acompañarme... torres... río... viento... y sobre todo vosotros que aquí estáis en esta plaza, para poder gritar con rotunda fuerza y entusiasmo...
¡¡¡VIVAN LAS FIESTAS DEL PILAR!!!
¡¡¡VIVA ZARAGOZA!!!

De todos los actos a lo que acudió, de todos los homenajes que recibió, éste fue sin duda del que más satisfecho estaba. No en vano se trataba de hablar de las fiestas, de ser portavoz de la ciudad, retomando su faceta de comunicador sin convertirse del todo en protagonista.

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